Interminable tarea esta de pensar. Todo el día de una a cosa a otra e incluso durmiendo, cuando aparecemos en todos esos escenarios seguimos pensando. Aunque la mayor parte del tiempo lo que hacemos es dar vueltas sobre las mismas ideas, a esa especie de maraña que nos acompaña tan asiduamente. Algo que casi nunca trae algo productivo y que además consume bastante energía del cuerpo.
Y de vez en cuando nos concentramos para obtener mejores resultados. Concentrar es reunir en un punto, en este caso el objeto de pensamiento, y el objetivo, reunir datos a base de esfuerzo. Para mí el auténtico pensamiento ocurre en una dinámica opuesta. Sería un contacto y exploración del espacio mental que da acceso a todo lo que conocemos y abre las puertas a lo desconocido.
Poder hacerlo desde el silencio e incorporando el sentir como el comandante que dirige el proceso, aporta un grado de serenidad que afecta de manera contundente al resultado de lo que pensamos.
Pensar es un acto creativo y supone el momento mismo del descubrimiento de lo nuevo. El motor que lo impulsa es la curiosidad y, por tanto, nada mejor que conocer bien aquello que nos interesa para llegar más lejos en nuestro camino.
Continuará…