Hace poco compartía los cuentos de Mis animales y otras personas de Paloma Cabadas. Me encantan por la forma que tiene de abordar las circunstancias. No hay un malo al que matar o que genera desgracias sin parar. No existe nada perverso que transmita angustia o tensión. Aunque sí tienen alguna circunstancia adversa, que se resuelve desde los talentos del protagonista.
Los cuentos y leyendas han existido desde tiempos inmemoriales, reflejando inquietudes y miedos del ser humano. Es muy interesante conocer su historia, y cómo en el paso de la transmisión oral a las recopilaciones en libros (hermanos Grimm, Perrault…) se han adaptado muchos detalles porque las versiones originales eran demasiado crueles y brutales. Esto refleja el arcaico nivel evolutivo de cuando fueron forjados.
Estos patrones viven en nosotros, ya que forman parte de nuestro acervo cultural. Pero hoy en día disponemos de la madurez suficiente para darnos cuenta de que, en verdad, nos interesa seguir otros ejemplos para no caer en las catástrofes de siempre. Abolir el aprendizaje desde el sufrimiento e incorporar actitudes comprensivas y resolutivas. Sigamos actualizando nuestra fantasía para hacerla más acorde a quiénes somos en el presente, con la ética y el conocimiento de las cosas que disponemos en nuestra conciencia.