Hace relativamente poco que ha aparecido este nuevo término de síndrome de cabaña, un término acuñado por la psicología conductual para describir un fenómeno que está viviendo muchas personas tras el confinamiento. Según la clínica Itae:
“Se trata del miedo por salir a la calle. Miedo a contactar con otras personas fuera de las paredes de nuestra casa, temor a realizar actividades que antes eran cotidianas como trabajar fuera de casa o coger medios de transporte público"
Clínica Itae
Pero advierten que no se trata de un trastorno psicológico, sino de una consecuencia natural de haber estado confinados tanto tiempo.
¿Qué caminos han tomado los artistas?
Estoy seguro de que entre el colectivo artístico (por pura estadística) hay personas en esta situación, pero me gustaría matizar ciertas diferencias. Ya desde el principio de la pandemia, cuando estábamos acongojados por tantas muertes e incertidumbres, traté el tema de la productividad. Estaba convencido de que manteniendo una serie de rutinas saludables podríamos llevar mejor el tema de estar encerrados, y parece que funcionó porque mucha gente me escribió en privado con estupendos resultados.
Pero también escuché en las redes algunas voces sobre lo bien que se sentían sin obligaciones ni tener presión de la vida cotidiana. Decían cosas como que les resultaba más fácil buscar nuevos colores en el sonido, que disfrutaban de improvisar. También escuché otras reacciones como “no quiero saber nada del mundo de la ópera”, “no he tocado desde que todo esto empezó” y que vienen a reflejar también una escapada de la vida anterior. Desde luego, sobre el escenario se vive mucha presión, y entiendo que esta reacción puede surgir como una compensación al gran estrés que supone interpretar en público. Es realmente duro vivir con esos niveles y si ahora le sumamos la incertidumbre laboral y las previsibles reducciones de cachet, es normal muchos artista se hayan planteado incluso cambiar de profesión.
Es momento de reflexionar
Es este nuestro síndrome de la cabaña particular? En este artículo lo definen como un nuevo invento de la psicología para ofrecernos una solución que no necesitamos. Literalmente dice “no quieres volver a la vida de mierda que tenías antes”, que en el caso del arte en directo podría ser vivir con ese altísimo nivel de exigencia mezclado con el miedo las críticas feroces y la exposición que todo ello supone para el artista.
Durante estos meses hemos tenido tiempo para reflexionar sobre lo que queremos de verdad, sobre cómo queremos vivir la música, y sobretodo hemos tenido tiempo de desconectar del sistema que nos obliga a estar siempre al máximo rendimiento. Ahora toca volver a activar la rueda. Volver a salir al escenario, en formato recital o cámara, y volver a sentir la maravillosa sensación de estar conectado a tantas personas a través de tu interpreatción.
Sinceramente, creo que esta crisis traerá cambios: habrá retiradas y nuevas incorporaciones al panorama. Y por eso creo que es importante tener mucha claridad en cuanto a quién eres como artista y qué puedes ofrecer, a fin de mantener a flote tu motivación y empoderamiento.
Y tú, ¿cómo llevas esta vuelta? Te leo en comentarios o aquí.