Dice la psicología que se trata de un proceso mediante el cual adquirimos conocimiento sobre nosotros mismos.
Y que lo hacemos en base al contexto en que nos encontremos. Y de esa forma determinamos nuestra forma de pensar, sentir y relacionarnos con los demás. Todo esto suena muy bien, pero ¿cómo sacar provecho de esta habilidad?
Porque la mayoría de las veces todo queda en «yo soy así», «es que me pasa siempre», «no lo puedo controlar»… y eso significa que no estamos haciendo uso de esta habilidad sino siendo víctimas del contexto. Cada día nos exponemos a muchos estímulos y situaciones que ponen a prueba nuestra capacidad de pensar y sentir de manera resolutiva. Lo que en lenguaje guay se llama «think out of the box» pero que en realidad es la capacidad de salirse un poco del contexto y tomar perspectiva de las cosas. Y desde ahí pensar, organizarse y actuar. Tan sencillo y tan difícil porque la rutina y las emociones densas como el miedo o el dolor tienden a comprimirnos centrípetamente cual fuerza gravitatoria.
Así que te propongo un ejercicio para desarrollar este aspecto de la autoconciencia. Cierra los ojos e imagina que estás viéndote desde una esquina de la habitación. Observa la ropa que llevas puesta, tu postura, la iluminación… y poco a poco ve ampliando ese foco hasta empezar a ver el edificio donde encuentras. Puedes ampliarlo hasta donde quieras, los límites están en tu imaginación. Cuando abras los ojos presta atención a tus sentidos. ¿Te sientes más despejado? ¿Ves incluso con más nitidez?
¡Ojalá puedas aplicarlo a cualquier situación! Aunque esto no es magia, sino una cuestión de disciplina. Porque al aplicarlo cada vez a más situaciones y durante más tiempo te llevará a desarrollar esta habilidad.
Bienvenido al gimnasio de la autoconciencia. ¡Súscribete a mi página para conocer más ejercicios!