¿Cuál es la distancia adecuada? Así podía ser el título del post, pero es la pregunta que me hago constantemente cuando me relaciono con mi entorno. Porque ajustando esta distancia se influye directamente en el flujo afectivo: ese intercambio de aprecio, cariño, valoración…
Hay veces que la distancia tiene que ser grande, porque esa persona abre en uno mismo temas que duelen y movilizan mucho. Es habitual en estos casos atacar al prójimo o estar a la defensiva, como si eso pudiera proteger nuestra vulnerabilidad. Y no es que odies al otro o le rechaces, es un tema contigo que te desborda.
Por otro lado, los niños permiten distancias muy próximas, pero eso no quiere decir que tengamos que relacionarnos siempre así con ellos; muchas veces no quieren un beso o un abrazo pero algún adulto insiste en dárselo…
Hay tantos ejemplos con el jefe, la familia, la pareja… Pero cada interacción es única y lo importante es saber ubicarse en lo que esté ocurriendo. No podemos esperar que los demás se comporten de manera ideal y que sepan la distancia justa que necesitamos en cada momento (ojalá que algún día sí sea lo normal) pero sí podemos poner unos límites cuando sea necesario o expresar lo que necesitemos.
Os dejo esta música inspirada por una persona experta en este tema.
Hasta la próxima!