Qué es y cómo reducir la ansiedad escénica

Para muchos músicos y artistas el miedo escénico es el principal inconveniente para tocar de una manera libre y expresiva. En este pos  te voy a enseñar cuáles son las causas que producen ese miedo tan difícil de controlar.

¿Qué es el miedo escénico?

Lo primero que tienes que saber es que el miedo es una reacción involuntaria de nuestro organismo y que se produce como un mecanismo preparatorio ante una situación peligrosa o de emergencia.

Hace millones de años surgió como mecanismo de supervivencia, y ha permitido al ser humano evolucionar para sobrevivir. Pero hoy en día el miedo se activa en situaciones en las que no hay un peligro directo. Es el caso de tocar en público: no hay nada que amenace directamente nuestra supervivencia, pero indirectamente sí. Cuando algo te apasiona y pones muchas expectativas en ello, es normal que tengas miedo de que no se materialice. Quienes sufren miedo escénico con gran intensidad llegan a sentir que su vida está en juego en cada actuación.

 

No es un miedo real, sino un miedo imaginario al que le damos todo el poder.

Síntomas físicos de la ansiedad escénica

A veces también se le llama ansiedad escénica, porque como verás ahora, la sintomatología es típica de los cuadros de ansiedad.

  • Temblor y sudoración en las manos.
  • Respiración entrecortada.
  • Incremento de la tensión muscular.
  • Falta de concentración.
  • Lapsus de memoria.
  • Excesiva actividad mental.

Seguro que alguna vez has tenido algunos síntomas. Y te diré que, en su justa medida, son absolutamente normales y que la mayoría de las personas que se suben a un escenario lo sufren. De hecho, incluso grandes artistas han tenido bloqueos a nivel escénico después de décadas de carrera. 

 En un recital en el Central Park de Nueva York, en 1967, frente a más de cien mil personas, Barbra Streisand se olvidó varias veces las letras de las canciones.  Joaquín Sabina abandonó a la mitad un concierto en el Palacio de los Deportes de Madrid, porque no aguantaba el pánico que le producía seguir cantando. Incluso Martha Argerich estuvo retirada unos años por problemas de miedo escénico.

Hay cientos de ejemplos más, que no pongo por no hacer apología del sufrimiento, pero creo que es importante no esconderse bajo una máscara. Sé que es difícil reconocerlo, sobre todo públicamente, pero cuanto antes lo atajes menos daño te hará.

La mejor forma es desmantelar el miedo en sí, y las principales razones que nos pueden atrapar en él son estas:

  • Miedo al fallo. En el conservatorio nos han educado para que estudiemos corrigiendo cualquier mínimo error. Y para muchos el perfeccionismo se convierte en un gran enemigo en lugar de un factor de calidad. Es habitual tener pensamientos del tipo: cuidado en este compás, ahora viene lo difícil, etc.
  • Preparación insuficiente. Esto no tiene que ver con el número de horas que le hayas echado a la obra en sí, sino con el nivel de asimilación que tengas de ella (y de la técnica). Muchas veces el estudio que se hace del instrumento no es 100% eficaz, la motivación o el foco no son los adecuados, y eso pasa una gran factura.
  • Baja autoestima: Una causa muy habitual pero difícil de detectar. Normalmente la baja autoestima se disimula con una personalidad encantadora y muy trabajadora. Te sabes las obras estupendamente pero la confianza en ti mismo es tan baja que no puedes defender tu interpretación ante casi nadie.
  • Obsesionarse con el resultado: Se trata de un miedo secundario, que suele esconder alguno de los anteriores. Aparece cuando te focalizas tanto en los pequeños detalles que pierdes la visión global. No disfrutas, la inspiración no fluye y por supuesto generas una gran tensión.

 

¿Cómo desmantelar el miedo escénico?

Desde ya te adelanto que no hay recetas mágicas. Si de verdad quieres terminar con él y sus síntomas deberás trabajar a fondo. Y de hecho, si lo abordas desde diferentes ángulos multiplicarás tu eficacia contra él. De hecho, así es como trabajaremos en el curso de Presencia Escénica para Cuerdas este 10 de noviembre.

Pero si quieres empezar a trabajar por ti mismo, te propongo el siguiente ejercicio:

Minutos antes de tu actuación, cuando notes que empiezan a aparecer los primeros pensamientos de miedo, párate y analízalos. ¿Estás siendo objetivo o se trata de pensamientos irracionales?

Haz una lista con esos pensamientos y reenfócalos hacia lo que realmente quieres conseguir.

Por ejemplo, si piensas: «Me va a salir fatal la actuación, seguro que me equivoco».

Puedes cambiarlo por: «Me estoy anticipando de manera irracional a algo que no tiene por qué ocurrir y que es producto de mis nervios. El hecho de que en otras ocasiones no haya tenido una buena actuación no significa que esta vez tenga que ser así. Me he preparado lo mejor posible y voy a centrarme en dar lo mejor de mí mismo».

Espero haberte ayudado con este post, pero me gustaría saber cómo llevas tú los nervios antes de un concierto. ¡Déjalo en comentarios para ayudar a otros músicos y artistas!

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